domingo, 25 de abril de 2010

Radio Cosas. Séptima Edición: Aquí cabemos todos.


Yo veo un mapa y creo entender un poco cómo funciona el mundo y la distribución de terreno, riquezas, playas, plata, gente, bla. Interesantes tópicos de los que hablaré otro día. O tal vez no.

Me quedo con los mapas y lo aleatorios que son. Me impresiona que delinear la tierra haya costado tanto dolor en las personas que lucharon por defender el ideal de otros más avispados que supieron mover peones para lograr su cometido: derrotar a muerte al enemigo y hacerle saber quién es el más fuerte y como recompensa debe recibir un premio de 80mil hectáreas de tierra presta para ser explotada. Le pegaron al gordo y corrieron la cerca lo que se les dio la gana. Luego alguien gritó: ¡Fuera Españoles! Listo: de aquí para allá Colombia, hasta por allá Venezuela, en esta esquinita Ecuador, por allí derecho Chile, Argentina abajo, Brasil a la delantera y aquí en la mitad Bolivia y Paraguay. Listo, hagan el mapa. Llevémonos bien, pero si se les ocurre correr la cerca, sangre correrá también.

Organizan ejércitos y se ladran duro. Por ahí de vez en cuando los presidentes se insultan y los lugareños reniegan de lo que no saben a cerca de las diversas situaciones políticas de los países aledaños. La gente entonces empieza a crecer con el orgullo de ser colombiano, venezolano, argentino, lo que sea. Y es una situación que me gusta analizar también porque definitivamente considero como azar el lugar en el que cada persona nació, precisamente porque las líneas divisorias de los países fueron hechas por otras personas que querían repartirse terrenos, explotarlos y llenarse los bolsillos.

No reniego de mi país, pero sentirme orgullosa de ser colombiana y desdeñar a los bolivianos, peruanos, venezolanos por sus dirigentes me parece absurdo. Y por eso callo cuando las discusiones de cafetería desbordan en una palabrería que menosprecia al prójimo latino por haber nacido en otras coordenadas. Gente tonta, villana y deslumbrante hay en t o d o el mundo. Ya.

Tampoco reniego Latinoamérica, nos ha tocado duro pero la gente igual vive y sí, el que no vive, muere. Simple. Como en todo lado. No reniego de Estados Unidos y su hambre de poder, porque me gusta el pop. No reniego de Europa y sus intelectuales arrogantes porque han sentado las bases del conocimiento por siglos. No reniego de oriente y la brutalidad de algunos de sus asesinatos, porque valoro su espiritualidad.

Ahora viene el gran pero. Y es que nadie está conforme. Pero esta inconformidad con la geografía social radica en el hecho de que las personas no se sienten muy felices desde el interior y entonces se inventan guerras, pleitos y demás achaques que terminan en problemas realmente graves.

Y aquí se enlaza lo que a primera vista parece que fuera un problema geopolítico, con el mágico mundo de la realización audiovisual y todo se debe gracias a que la vida latinoamericana es una telenovela. Nos gusta el drama, repartir herencias, recoger gamines y vestirlos bonito. Nos gusta la gente pobre que a punto de morir de hambre se gana la lotería. Nos gustan las parejas en las que el hombre traiciona a la mujer con su mejor amiga de la infancia y las deja preñadas a las dos al mismo tiempo. Hablo por mí y todo aquel que disfruta con Jorge Barón, Laura en América, Lady Noriega y Luz Clarita y siente cierto tipo de placer. Latino y culposo. Porque disfrutamos con lo que la gran mayoría agacha la cabeza pero que nos sirve para ver cómo es que fluye la vuelta a lo largo y ancho de este lado de América, tan alegre y jovial.

Esto no es más que mi pretensión de manifestar la alegría corporal que me genera la cumbia, la vista al mar, la mentalidad abierta del latino que se quiere expandir y que es consciente de que para el progreso, es más que necesario derribar barreras y sumarnos a una misma voz latina, rica -inmensa y cochinamente, rica- en recursos, pero pobre en iniciativas.

Bienvenidos gringos que gozan con la pobreza del tercer mundo. Bienvenidos latinos que quieren ser gringos. Bienvenidos latinos que aguantan hambre, agachan la cabeza y quieren ser europeos: aquí cabemos todos.

3 comentarios:

  1. Como siempre...fenomenal y la banda sonora fue lo mejor, fue toda una experiencia obviamente de las mejores leerte querida juliana desbordante de talento! :)

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  2. rakelita linda,
    gracias :$
    ¿cuál fue la banda sonora?

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  3. Pues mujer, de entrada tienes toda la razón, a la larga que demonios importa la bandera, sin embargo la simpleza muere a mi parecer por dos cosas, los números y las ideologías. Cuando hay demasiada gente hay que organizarse, y cuando se organizan se vuelven hincha de algún muerto, así se arman izquierda y derecha. Por eso me gustan las ideas como la tuya, pensar como en una tribu y sin banderas ni cercas. AL fin y al cabo los muertos, muertos están, y nosotros asi estaremos...

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