martes, 2 de marzo de 2010

Radio Cosas. Sexta Edición: Todos envejeceremos, no sin antes ser jóvenes en un río.

Veo señoras que conozco ataviadas bailando, sacan la colita, se muerden la boca pintada de rosado o anaranjado y con las manos sostienen una cerveza, o una mazorca y con la otra mano señalan lo que para ellas merece tremendo énfasis en cualquier canción de balneario.

En la piscina están los 3 hijos de cualquiera de estas señoras, acompañado de sus 7 primos, y los 13 amiguitos que conocieron más temprano ese mismo día. Los 23 niñitos ya se hicieron pipí en el río y aunque todos lo saben se esmeran en negarlo, habrase visto mayor desfachatez.

En el río, pero en la parte más retiradita, está esta hermosa adolescente a quien le gusta la salsa, lleva 2 meses con su novio, planea graduarse en octubre y casarse con él en diciembre. Ella sueña con poder llevar a sus hijos y sus nietos a este mismo balneario y se ve así misma relatándoles la historia de cómo su padre/ abuelo la sedujo una vez en ese mismo lugar 15 años atrás.

Ella, convertida en una abuelita, gozará con la visita de cada domingo de sus 7 hijas y sus 11 nietos correteando por toda la casa, cocinará para todos y nunca, nunca se quejará delante de nadie que no ostente el título de marido, es decir, el joven que en este momento le besa la oreja y le dice cochinadas, pero –eso sí- bien pasitico para que el papá que está detrasito de ellos vigilando lo que hacen no se entere, no se enfade y lo siga queriendo siempre para hablar de fútbol y de política así terminen peliando siempre.

Una de estas señoras descarga el esqueleto de la mazorca en una mesa blanca marca rimax, se dirige hacia el asador improvisado en dos ladsrillos y unas cuantas varillas y voltea los trozos de carne de cerdo que ya casi van a estar. Con esa vocecita de mamá que está pasando bueno, que está un poco muy ebria y que está tan feliz, tan gratificada con toda su familia por celebrarle el cumpleaños en el lugar en el que aprendió a nadar, llama a sus hijitos a que vengan y coman de esta carne tan deliciosa que trajo el tío Eduardo. Llama a Luis Iván, a Jorge Edgar, a Miguel Alejandro, a Victoria Isabel y a Juliana Andrea y a cada uno les sirve una generosa porción de papa salada, carne asada, mazorca asada con mantequilla y sal, yuca frita, pedacitos de chorizo y patacones finamente salados. Una porcioncita de ensalada, porque es que a los niños casi no les gustan las matas y del cooler agarra otra cerveza para que no se le baje el ánimo.

Don Carlos, sobándose la panza la besa por detrás de la oreja y picaronamente le dice, espere y verá mija, que vea lo que le compré. Ella sonríe, se voltea y en ese momento suena una canción de Pastor López que los dos se saben de a pedacitos, que bailan completa y disfrutan como nunca.
Los niños, terminando la ración que parecía interminable de tanta fritanga, se disponen a lanzarse uno a uno al agua y en medio de la bulla general de todos los tíos, claramente se oye la voz de la tía Fanny, que puede que no sea la más bonita pero sin duda es la más agraciada, alcahueta y coqueta: No se pueden meter ya niños, se tuercen. Vengan bailen un ratico, reposen! dicha esta línea y con la mano derecha después, se lleva a la boca pintadita toda de rojo un cigarrillo marca President que sopla muy sensual al ritmo de cualquier otra canción de Lisandro Mesa .
Los niñitos, todos frustrados deciden jugar a la lleva. Y empieza el correteo, por aquí por allá hasta que Sara Isabel se cae, se raspa toda y empieza a llorar. Para cuando esto pasa ya han reposado bastante y vuelven al agua. La misma Sara Isabel, vuelve al agua y todos gozan.

Atardece, regresan todos a Girardot. A casa de la abuelita que en noviembre de este año (2010) cumple 94 años, con quien hace casi 12 años estuve en ese último paseo en el que yo casi me ahogo en el río Coello, cuando hubo que recoger ollas y toallas mientras el tío Miro prendía el bus en el que íbamos todos porque así de sopetón el río Coello se creció. Sí ese mismo río en el que mi mamá aprendiera a nadar, en el que mi abuela se bañara gloriosa todos los días a la edad de 11 años. Sí, ese mismo río en el que mi bisabuela Teresa conociera a mi abuelo José Antonio. A ese río me gustaría volver, cuando escucho las músicas felices de otros tiempos.


5 comentarios:

  1. 1. Me gusta demasiado! es tann característico de un época, ay que bonitas épocas!
    2. El cigarrillo President es un poco cochino jajajajajja! (Para mi gusto)
    3. ¿¿!!...La niña pierde un calzado...!!?? jajajajajjajajaj nunca lo superaré!

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  2. Que historia tan bonita y tan bien contada.

    Saludos.

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  3. HOLA, BONITA. FELIZ DIA DE LA MUJER. GRACIAS POR VISITARME EN "VERSOS NEGROS". BESO.

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